Ya vienes, ya intuímos tu presencia en las fotos que tu madre nos manda desde el Camino, en donde estás empezando a sentir la fe que tus padres tienen hacia la Virgen del Rocío, como estás empezando a sentir lo que es acompañar al simpecado desde san Gil a Almonte, y de vuelta a Sevilla...en esa ciudad, en la que vas a tener la suerte de nacer, ya has vivido otras cosas importantes para tus progenitores, que están viendo como el dos mil catorce va a ser difícil de olvidar por la cantidad de cosas buenas que les está deparando. Un sinfín de momentos inolvidables entre los que destacará tu nacimiento.
Ya vienes, y llevas el nombre más bonito que se pueda imaginar, porque es el nombre de la que tanto ha hecho por ellos, esa maravillosa pareja que acude a la Virgencita del barrio macareno casi a diario, ora para recoger al prioste, ora para echar las horas montando los altares de cultos que, fíjate que cosas, tantas horas previas le han robado ya a tu padre. Llevas el nombre de la que en Julio perfuma con su presencia las calles de tu ciudad y ante la que a tu padre se le escapan las lágrimas (aunque, entre tú y yo, eso no es complicado porque tu padre es de lágrima fácil...). Llevas el nombre de Carmen, como agradecimiento sublime ante su mediadora intervención y vendrás, Carmen, cuando la vega granadina huela a nardos para perfumar a la patrona de la ciudad, cuando el estío esté tocando a su fin y el Otoño se asome por la puerta para hacernos más felices con tu presencia, conscientes como somos de lo esperada que eres y, aunque todavía no puedas ni imaginarlo, de lo querida que serás, no sólo por tu familia sevillana, numerosísima y entregada, sino por una parte de ella, más pequeña, que reside en Granada y que cuenta las horas para que estrenes, en su nombre, este pequeño regalito que con tanto amor se ha hecho...
No tardes mucho, Carmen, que te estamos esperando; no te demores, que queremos verte ya la cara...